
Es un fenómeno que se evidencia a lo largo de todo su desarrollo ontogénico, si bien es mucho más evidente durante la infancia, ya que en esta etapa es cuando tiene lugar la maduración intensiva del organismo, y en particular del cerebro, por ello la capacidad del cerebro para adaptarse a la nueva situación lesional y para compensar los efectos de la lesión, aunque sólo sea de forma parcial, es mayor en el cerebro inmaduro que en el del adulto; y va disminuyendo a lo largo de la vida. También se evidencia en casos de daño cerebral y de deterioro cognitivo. La estimulación sensorial tiene el potencial de lograr que determinadas sinapsis establecidas se fortalezcan y sean más complejas y efectivas, por ejemplo, mediante la formación de nuevos colaterales nerviosos y nuevas conexiones. La plasticidad cerebral permite una reestructuración funcional del sistema dañado, y que las áreas no afectadas por la lesión pueden asumir tales funciones.
"Nuestro cerebro es un órgano construido para modificarse en respuesta a las expreriencias". Richard Davidson
Carlson, N., R., Fundamentos de fisiología de la conducta. 10ª ed.